Glándulas Salivares
Existen 2 tipos de glándulas salivales: las glándulas salivales menores, repartidas por toda la mucosa de la cavidad oral, y las glándulas salivales mayores, que son pares (submaxilares, sublinguales y parótidas).

Dentro de la patología de las glándulas salivales podemos distinguir dos grandes grupos: patología inflamatoria y patología tumoral. Lógicamente, el tratamiento no es tan agresivo en los casos de patología inflamatoria, en los que no siempre se requiere que el paciente pase por una intervención quirúrgica.

Patología inflamatoria

La etiología de la patología inflamatoria de las glándulas salivales puede encuadrarse dentro de tres grandes grupos: obstructiva, infecciosa, e idiopática.

Mucocele

El mucocele es un bulto que aparece generalmente en la mucosa del labio inferior, de color transparente o azulado, y de contenido líquido. Se debe a la rotura espontánea del conducto excretor de una glándula salivar menor. Algunos casos se resuelven sin intervención después de un corto periodo de  tiempo. Otros tienden a permanecer enquistados y son los que requieren que los extirpemos. La extirpación es una pequeña intervención que realizamos bajo anestesia local en la consulta.

Ránula

La ránula es una forma de mucocele que se localiza en el suelo de la boca. El tratamiento que da mejor resultado es la extirpación de la ránula y de la glándula sublingual, que se realiza bajo anestesia general.

Cálculo salivar o sialolitiasis

La formación de piedras o cálculos en el conducto de drenaje de las glándulas salivares mayores produce la obstrucción del flujo de salida a la boca (que puede ser parcial o total). La glándula que más frecuentemente se afecta es la submaxilar.

Esta patología se caracterizan por cuadros repetidos de inflamación y dolor generalmente unilateral, bien bajo la mandíbula (submaxilar), bien delante y debajo de la oreja (parótida). Estos episodios suelen coincidir con las comidas. La saliva retenida puede infectarse con la consiguiente aparición de fiebre, más inflamación, dolor, y secreción de pus por el conducto.

Si el cálculo está próximo a la salida debe intentarse su extirpación, que casi siempre se realiza bajo anestesia local. Además es muy importante la ingesta abundante de líquidos y el masaje de la glándula.

Patología tumoral

Los tumores de glándulas salivales suponen el 3% de todos los tumores de cabeza y cuello. Mientras que en la glándula parótida en torno al 84% de los tumores son benignos, en las glándulas salivales menores más de un tercio de los casos corresponden a patología maligna.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico de sospecha de este tipo de lesiones se realiza mediante palpación, donde se suele apreciar una tumoración (bulto) localizada por delante de la oreja. Una vez realizado el diagnóstico de sospecha por el especialista, debe realizarse una Punción Aspirativa con Aguja Fina (conocida con las siglas de PAAF), una prueba que permite al anatomopatólogo realizar un primer estudio para averiguar si se trata de una lesión benigna o maligna. Por supuesto es imprescindible realizar al paciente algún tipo de prueba de imagen: ecografía, tomografía computarizada (TC, también conocido como escáner) o resonancia magnética (RM). De esta manera el cirujano puede conocer con detalle el tamaño y la profundidad del tumor.

Tumores benignos

De los tumores benignos de glándulas salivales, el más común es el adenoma pleomorfo o tumor mixto. Aún siendo una lesión benigna, tiende a aumentar de tamaño, y puede convertirse en una lesión maligna con el paso de los años hasta en un 10 al 15 % de los casos. Por todo ello su tratamiento es quirúrgico, debiendo realizarse una parotidectomía conservadora (extirpación de la glándula parótida conservando el nervio facial). El segundo tumor benigno más frecuente es el tumor de Warthin (también conocido como cistoadenolinfoma papilífero). Tiene la característica de poder ser bilateral (afectando a las parótidas derecha e izquierda), presentar un crecimiento expansivo lento, y se transforma en una lesión maligna en un 1 % de los casos. Por tanto, su tratamiento es también la parotidectomía conservadora.

Tumores malignos

De los tumores malignos de glándulas salivales, el más frecuente es el carcinoma mucoepidermoide. En estos casos el tratamiento quirúrgico consiste en la realización de una parotidectomía (que puede requerir el sacrificio de alguna rama del nervio facial) habitualmente acompañada de una disección parcial de los ganglios del cuello. Además, es muy frecuente que sea necesario un tratamiento adyuvante de radioterapia y/o quimioterapia supervisado por el oncólogo.

Secuelas de la parotidectomía

La secuela más importante a la que se enfrentan los pacientes que tienen que pasar por una parotidectomía es la posible lesión de alguna de las ramas del nervio facial, un nervio motor responsable de la movilidad de la musculatura facial (y, por tanto, de la mímica y expresión facial). Los resultados de esta intervención están directamente relacionados con la experiencia del equipo quirúrgico. En este sentido podemos afirmar que nuestra experiencia con esta técnica quirúrgica (con más de 200 parotidectomías realizadas en el Hospital Quirón Madrid solamente entre los años 2007 y 2011) es plenamente satisfactoria, ya que en la inmensa mayoría de los casos de tumores benignos se pueden disecar las principales ramas del nervio facial, separándolas del tumor sin dañarlas. Por otro lado, la incisión realizada es similar a la utilizada en el «lifting» facial para conseguir que sea prácticamente imperceptible, optimizando de esta manera el resultado estético.